“Había un bosque que no podía cosechar hijos. Sus árboles eran enormemente altos, esbeltos, bellos, un ejército de frondosas ramas cubría hasta veintidós metros de altura aquellas tierras fértiles en la fecundidad vegetal. Sin embargo, no podía dar hijos.

¿Por qué ese bosque sólo albergaba animales, plantas, insectos pero no era capaz de generar hijos? Porque aquel bosque podía hacer una sola cosa: Esperar.

El entierro.”

I. Solve et coagula.

II. Deseo y obturación.

III. El Hombre del Jardín Nutriente.

IV. La observación en masa.

V. La perversión de lo primitivo.

VI. La sirena que insemina al mar.

VII. La mujer que desea al olvido.

VIII. Los fantasmas de la imaginación. Cuando la tristeza consiste en extrañar.

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